Los tics son movimientos involuntarios en diferentes grupos musculares que se producen sin un motivo aparente. Son movimientos imprevistos, cortos, bruscos y repetitivos.
Hay distintos tics nerviosos en diferentes partes del cuerpo: guiñar los ojos, realizar determinados gestos faciales, mover los brazos o las piernas, girar la cabeza, gruñir, silbar, resoplar…
Suelen comenzar alrededor de los 6-10 años en las zonas de la cara, hombros, tronco, cuello y manos.
Aunque se pueden suprimir de manera voluntaria durante un tiempo determinado, lo bien cierto es que cuanto más se realiza esto, más se intentan eliminar, más se incrementan.
La aparición de los tics se fundamenta en tres factores diferenciados:
– Factores genéticos
– Factores neurobiológicos
– Factores ambientales (entorno familiar, escolar…).
Los tics aparecen porque, en un momento determinado y ante algún aspecto concreto (persona, situación…), el niño aprende que puede emitir un determinado movimiento que alivia, en algún sentido, la ansiedad o el malestar que siente.
Una vez el tic se instaura dentro del repertorio conductual personal, la persona puede incluso intentar disimularlo o cubrirlo, lo que incrementa la ansiedad y produce el efecto contrario, que aparezca el tic con mayor frecuencia.
Si bien en un inicio comenzó para aliviar el malestar de la persona y durante un tiempo determinado ha sido útil para encontrarse mejor, pasado un tiempo esta estrategia deja de ser eficaz, no disminuyendo la ansiedad.
Además, la persona no es capaz de dejar de emitir el tic en aquellas situaciones que le generan malestar, produciendo de manera automática el movimiento sin obtener alivio alguno.
Ante estas circunstancias, puede suceder que la persona intente buscar otras estrategias, pudiendo ampliarse el repertorio de conducta de la persona con otros tics diferentes.
¡Desde luego! El psicólogo es el profesional adecuado para ayudarte a resolver el problema de tics nerviosos.
Los tics nerviosos no son una patología de carácter orgánico, por lo que las técnicas conductuales serán útiles y eficaces para poder ayudar a tu hijo.
El psicólogo evaluará el caso de tics de tu hijo o hija, entendiendo cómo es su funcionamiento actual, buscando una hipótesis plausible de por qué se ha originado el problema y descubriendo por qué se mantiene ahora mismo.
Posteriormente, comenzará la fase de intervención, donde a través de herramientas y técnicas validadas científicamente, encontraréis solución al problema.
– Es considerado el trastorno del movimiento más frecuente en la infancia, siendo más frecuente en niños que en niñas.
– Existen varios grados de tics y pueden ir variando; pueden irse unos y aparecer otros.
– El estrés puede desencadenar que los tics sean más fuertes.
– Generalmente, las personas con tics nerviosos, suelen tener más de un tic dentro de su repertorio de conducta.